19 diciembre 2013

Atisbos No. 184.



Las fuerzas neoliberales en oposición al proceso de
paz y la destitución de Gustavo Petro

                                                                       Humberto Vélez R.

Temperamento fuerte y con tendencias a la prepotencia. Sí, por cierto, pero eso no le quita ni le borra a Gustavo Petro sus persistentes esfuerzos por inventarle a la Alcaldía de Bogotá, como espacio institucional del Estado, una política pública inspirada en una versión dada de post-neoliberalismo y que la ha venido construyendo bajo la figura humanista de “Bogotá Humana”. En contraste, temperamento sonriente pero con tendencias al disimulo, sí por cierto, pero eso no le quita ni le borra a Alejandro Ordoñez sus tenaces esfuerzos por encarrilar a sus supervisados por senderos camanduleros hermanados con un neoliberalismo de extrema derecha.
He ahí el trasfondo, en últimas más definitorio, de la actual coyuntura: el ultramontano católico neoliberal destituyó a Petro para sacar del camino a un destacado librepensador postneoliberal y claro que podía supervisar su conducta dada la condición de funcionario público del costeño, pero no suspenderlo ni destituirlo, asunto éste que, para el caso de Bogotá como Régimen Especial, sólo podía hacer el presidente de la república de acuerdo con el artículo 323 de Constitución. Si encontraba fallas graves en su conducta como alcalde del Distrito de Bogotá, debería haber escarbado formas para hacer intervenir al Presidente Santos o para echar a andar la figura de la revocatoria del mandato respetando así la decisión colectiva electoral de 750.000 bogotanos.
Campo E. Galindo ha captado muy bien la esencia de ese choque trenes: “En el fondo, ha escrito, es una batalla entre intereses públicos versus intereses privados, del Estado como garante de los derechos de la gente versus el mercado…”.1 Y por estos días, al internacionalizarse el asunto Ordoñez versus Petro, varios alcaldes de la Red de capitales y ciudades latinoamericanas- Lima, Río Janeiro, La Paz, Santiago, Montevideo, Asunción, Quito y Buenos aires- ubicaron también de modo preciso el disco duro del asunto al destacar en una declaratoria de apoyo a Petro, que a éste lo había destituido el Procurador por haber querido desprivatizar la gestión de las basuras.2

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