25 enero 2014

Atisbos 189. Enero 2014.



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A PROPÓSITO DE PRADERA–VALLE: SILENCIEMOS LAS PLUMAS Y LAS MÁQUINAS DE ESCRIBIR

 CARTA ABIERTA A LOS ANALISTAS
 DE “COLUMNISTAS  LIBRES”

En la  Persona  de Jota Jaramillo,
Muy queridas amigas y amigos.

Andaba hilvanando hechos, nociones  e hipótesis  para escribir un Atisbos  titulado “CÓMO SERÍA COLOMBIA SIN CONFLICTO INTERNO ARMADO. UN ANÁLISIS Y UN SUEÑO DESDE EL ENFOQUE DE LO POLÍTICO” cuando los paralizantes hechos ocurridos en Pradera-Valle  me frenaron  la pluma.  Con qué fundamentos y bases continuar escribiendo  que en una Colombia sin guerra interna ya no habría sucesos  como los acaecidos esta semana en la población valluna cuando uno de los responsables del hecho podía ser- aún me niego a aceptarlo como mera posibilidad- una organización que en la Habana ha proclamado que quiere hacer el tránsito a un ejercicio de la política en democracia  y sin fusiles en la mano.
Nuestra posición, la del grupo de ECOPAIS de la Universidad del Valle, no es moralista, pues no sabemos de un país donde haya habido una importante e intensa y prolongada guerra interna sin que, de modo directo o indirecto, su población civil no haya sido en definitiva afectada, pero retamos, a quien quiera que sea,  a que nos demuestre  que en el  caso de Pradera haya habido siquiera una pequeña dosis  de un acto de guerra legítimo, y por lo tanto, políticamente justificable. Si se hubiese afectado al enemigo real, según las guerrillas, doloroso y todo, la acción bélica contra Pradera podría asumirse con ese adjetivo, el de justificable en lo político que no en lo ético, pues al fin y al cabo, en la Habana se ha venido negociando sin un saludable cese al fuego. Pero no, por los resultados, el objetivo real  de ese ataque resultó siendo la población civil. Un muerto y  63 heridos, entre ellos ningún miembro de las Fuerzas del Estado. Y que no se nos venga ahora con el cuento, como ya lo adelantó unos de los miembros de las Farc en la Habana, que fue porque por la distancia, apuntaron mal.  Si en medio  o al lado del Ejército o la Policía había un sector de población civil no comprometida, como “revolucionarios éticos” no podían haber apuntado.
El colombianólogo francés Daniel Pecaut diría  que acciones como esas  serían la prueba mayor  de que esta no es una guerra contra el Estado, sino contra la sociedad civil, hipótesis que los Atisbos Analíticos nunca han compartido, pues ésta ha sido y continúa siendo una guerra interna en contra del Estado en la que, aunque de tiempo en tiempo ha habido acciones terroristas, éstas  no han sido lo regular y normal, pero que de todas maneras esa guerra ha surtido tremendos impactos sobre la sociedad civil.
Pero no, aquí hasta ahora hemos asumido el  que las Farc o algunas de sus disidencias, si es que en realidad existen, han sido las responsables de ese  doloroso e impolítico y antiético  hecho  PRADERA 2014. Los enemigos de la pacificación, que por estos días han salido con el cuento del sí a la paz, pero con tantas condiciones que en la práctica la combaten como posibilidad real, también pueden haberlo propiciado. Por eso nos han llamado la atención las declaraciones del Vicepresidente  Angelino Garzón, siempre muy prudente en lo que a su carrera política  y  a sus relaciones con el expresidente Uribe se refiere,
“Hubo, declaró, un atentado terrorista… por lo tanto venga de donde venga este atentado terrorista hay que condenarlo…la violencia es contraria a la democracia…la violencia como la corrupción, como el narcotráfico son contrarios a la democracia y a la convivencia pacífica y lo que ha habido en Pradera es un atentado contra la población… Muchos políticos construyen política y obtienen votos  a costa de la miseria y de las necesidades de la gente, no de las soluciones de la gente…A algunas gentes en Colombia  no les gustan las soluciones, les gusta son los conflictos y los problemas. Porque si vienen las soluciones se les acaban las banderas políticas, la politiquería”.
No es que estemos reduciendo la política a una visión complotista, pero al distorsionado nombre “Uribe Centro Democrático” la pacificación negociada no les interesa, aunque ahora les ha comenzado a dar pena reconocerlo y publicitarlo, pues de acuerdo con el último sondeo de la opinión pública un ya elevado 77% de la población anhela y desea el final del conflicto interno armado aunque sea negociando pero con distintos niveles de condiciones. En este momento, son muchos los colombianos y colombianas que, a la manera de Uribe Vélez,  desean un   acuerdo “negociado” en el que los guerrilleros se auto-sancionen con varios años de cárcel. 
Entonces, si la acción contra Pradera  fue obra de las Farc  habría que decir que   con la “otra mano”  están borrando todo lo que de “positivo” han hecho en la Isla de Martí; pero si  fue iniciativa de la extrema derecha, que ahora maneja la tesis del Miguel Antonio Caro de 1892, según la cual lo que Colombia necesita en la actualidad  y para siempre  es un orden autoritario concretado en un Estado de la Paz armada, entonces ha llegado la hora de propiciar una ruptura colectiva mental y práctica con el uribismo, poco creíble ahora más que nunca.
En nuestra opinión los plenipotenciarios  farquianos en  la Habana, empezando por Iván Márquez y Pablo Catatumbo, no pueden dejar pasar por alto  esta magnífica coyuntura de  oportunidad discursiva  para explicarle a Colombia, a América Latina  y al mundo cuál es su efectiva posición sobre las dinámicas de esta guerra y las poblaciones civiles.  Si los autores fueron los enemigos de la pacificación, que nos proporcionen las pruebas más robustas, pues sus aparatos de inteligencia deben tener; que si fue un disidencia de su propia organización, que la señalen y sancionen; pero que si de algún modo, el Secretariado  apoyado en la tesis de los efectos colaterales avaló esa acción, que de cara al país, se autocritique.
Además de impolítico, sería inmoral  continuar dialogando en la Habana cuando aquí se está atentando contra las poblaciones civiles.
Que  ojalá  no se vuelva con el discurso de “los inevitables efectos colaterales”, lo que a escala general puede tener validez. Quedarse en ese plano, sin descender a las particularidades de las relaciones de las guerrillas con poblaciones civiles concretas, sería muy grave, sobre todo ahora cuando en Cuba  todavía no se ha abordado de modo concreto y específico,  el complejo y delicado asunto  DE LA HISTORIZACIÓN, para el caso colombiano,  de las todavía abstractas tesis  de la Justicia transicional . No es lo mismo aplicar esas tesis en Suiza, Chile o Uruguay  que hacerlo en Colombia o en Serbia. Aquí, de algunos o muchos modos, todos somos culpables, por acción u omisión, de los niveles de degradación a que hemos llegado en materia de ejercicio de la violencia en las maneras de hacer política.
Quizá la posición de los Atisbos Analíticos no tenga mayor trascendencia, pero no volveremos  a referirnos al proceso de negociación OSLO-LA HABANA-BOGOTÁ  mientras el doloroso  y delicado caso de Pradera no se aclare con suficiencia, por lo menos, convincente.
Por eso lo de nuestra invitación, sobre todo a los analistas de COLUMNISTAS LIBRES, para que mientras ello no suceda, por ahora  SILENCIEMOS NUSTRAS  PLUMAS. Cuando al respecto haya alguna claridad retomaremos y publicaremos nuestro Atisbos  sobre “CÓMO PODRÍA SER COLOMBIA  SIN CONFLICTO INTERNO ARMADO. UN ANÁLISIS Y UN SUEÑO DESDE EL ENFOQUE DE LOS POLÍTICO”,



Atentamente,

Humberto Vélez Ramírez.



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