03 abril 2016


Atisbos analíticos 240, Santiago de Cali, abril de 2016, Humberto Vélez RAMÍREZ.



Con frecuencia negociar la guerra resulta
Más dificultoso  y tensionante que hacerla

Entre los 240 Atisbos que hemos escrito, éste- orientado a reflexionar la negociación en su propias lógicas internas y no en el contexto de las circunstancias históricas en que está acaeciendo- va ser el más conciso de todos, de apenas una cuartilla, pero de las clásicas y no de las de internet, que suelen ser o muy pobres por lo telegráficas o a a la positiva,   muy sobrias y sabrosas en la extensión  o demasiado largas y  sosas para leerlas.

Ayer no más, 3 de abril,  me preguntaba un estudiante: “¿verdad profesor, que el proceso de la Habana está muy tenso dada la radicalidad de las posturas de las partes?”. “Vea, le dije, sí así está sucediendo no sabe cuánto me alegro; en estas alturas del proceso cuando ya son más adversarios que enemigos,  sería ésta una indicación fáctica de que las partes efectivamente  sí  tienen la mejor voluntad de ir hasta el final, pues de lo contrario ya estarían dando muestras de querer tirar la toalla”.

Pero, saboreemos  del proceso mismo. Hace ya casi 4 años, cuando se inició una discusión que duró cinco meses  sobre el primer tema de la agenda- el del desarrollo rural integral- así se presentó el escenario: las dos partes llegaron con posturas iniciales duras y extremas: “que haya una reforma agraria que cubra el conjunto del latifundio”, fue lo que dijeron los farquianos, mientras que los del gobierno ripostaron, “nada de reforma agraria”; se inició así una larga discusión-reflexión-análisis en la que, de modo progresivo, fueron aflorando tanto las necesidades como  los intereses de parte y parte y, al final, no obstante las 14 reservas que quedaron, hubo un primer acuerdo básico: Habría una reforma de  la estructura de tenencia y del uso social de la tierra, que afectaría, ante todo, al latifundio improductivo.

Como para aprender, entonces, del proceso: En toda negociación, sean las que sean su naturaleza, temas o dimensiones y  ya sea macra o mediana   o cotidiana, siempre hacen presencia y  juego dialéctico tres factores: iniciales posturas duras que, en la marcha, se van morigerando bajo la acción de las necesidades (el por qué cada uno está  negociando) así como de los intereses  el cómo  cada uno queda  en el resultado final).  Respetando las especificidades, complejidades e importancias de cada tema, en estos cuatro años con  una metodología similar de negociación se han producido acuerdos totales o parciales en puntos como el ya señalado, en el de la definición del modelo de justicia transicional a aplicar y  en el de asumir  los derechos de las víctimas como disco duro de la negociación. En teoría, los seis temas de la agenda son importantes evidenciando  cada uno un evidente nivel de complejidad, pero, en la práctica, evacuado  un tema o dimensión del mismo, el siguiente se eleva como el más importante y decisivo si  es que se quiere  avanzar. Ahora en abril del 2014, se está frente al último que, por ser decisivo para poder hacer la dejación de las armas y para delimitar el espacio institucional en el que Farc y Eln (¡Bienvenidos!) podrán hacer política democrática, en la coyuntura se nos transparenta como el más importante de todos.

Hemos dicho que con frecuencia es más fácil hacer la guerra que negociarla. Y decimos esto por la sencilla razón de que cuando guerra y negociación son estudiadas a partir de los discursos de los actores o de la gente en general, todo  el mundo espera y se representa y se imagina  que las posturas de la partes deben ser  menos duras y agresivas en materia de negociación que de guerra. Pero, en la realidad parecería suceder  lo contrario. En materia de guerra, todo el mundo acepta que las partes, por ser enemigas, se tiren duro no solamente con las balas sino también con afiladas palabras; pero, en materia de negociación, todo el mundo espera que las posturas no sean tan duras y extremas, pues la misma palabra es como una invitación a estrechar manos y corazones. Lo que sucede es que casi nadie alcanza a conceptuar que en una negociación las únicas duras y extremas son las posturas iniciales, pues cada parte está esperando sacar el máximo provecho del temas que se está negociando, pero que en el camino, esas posturas empiezan a morigerarse bajo la presión de las  necesidades e intereses de las partes siendo esto lo que en la actualidad está sucediendo en la Habana en los inicios de este abril de 2016.

Pero, esperemos a ver qué sucederá dentro de tres o cuatro meses.   




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