31 agosto 2016

Atisbos Aanalíticos 247

ATISBOS ANALÍTICOS 247, Armenia-Quindío,  septiembre 1 de  2016, Humberto Vélez R miembro fundador de REDUNIPAZ, Red de Universidades por la Paz y la Convivencia; publicación de ECOPAIS, Fundación Estado*Comunidad*País y DE INCOPAZ, INSTITUTO COLOBIANO DE Y PARA LA PAZ, “por un nuevo estado para una nueva Colombia, humbertovelezr@gmail.com, atisbosnaliticos2000.blogspot.com.

 
el plebiscito : si o no y punto; entonces,
o más  guerra u otra LEJANA renegociación

INTRODUCCIÓN

Ahora sí todo está acordado:¡Felicitaciones a las dos partes y a la ciudadanía  por UNA  paciencia QUE DARÁ SUS FRUTOS en la etapa más difícil  que es la que se avecina, EN EL complejo  PROCESO QUE apenas está despegando  DE CONSTRUCCIÓN diferenciada DE PAZ EN Y DESDE  TERRITORIOS que aunque tienen mucho en común, presentan muchas e importantes diferencias!




Abstract
Cada quien puede leer el acápite que desee, pues gozan de relativa autonomía).




Los entusiastas Hackers, el Centro Democrático y una nueva y perversaforma de hacer política: el caso de la Ministra Gay de Educación y el Plebiscito.


2. Ya las extrema derechas casi no requieren propiciar los clásicos golpes de Estado, con justificaciones legales han aprendido a darlos  por sí mismas manipulando de modo mediático y perverso la opinión ciudadana”.
3. Hace apenas tres semanas escribimos  el Atisbo 246, “El Plebiscito en  1600 interdisciplinarias palabras; dijimos entonces… que “lo más sano era que la oposición  legitimara en lo electoral la certeza de sus posiciones y que si  lograba un umbral negatorio del 13% con un voto, por lo menos, encima del “SÍ”, hasta ahí llegaba  la  negociación  de Santos”; y añadimos  que  una conducta así era sano para el futuro de la democracia colombiana.
4. Pero, muy pronto el Centro democrático se decidió  por un raro y extraño y contradictorio y hasta desorientador “No”. Si ganaba “el No”, dijeron pronto los uribistas  como para no echarse encima la responsabilidad de otras décadas más de guerra interna, se trataba de un ‘No’ condicionado, pues lo que harían sería re-formular el modelo habanero de negociación”.
5. Todo esto, con serenidad y sin  algarabía ni insultos y en un lenguaje sencillo hay que decírselo al conjunto de la ciudadanía en esta coyuntura del Plebiscito: no es que Uribe- hábil y mediático y efectista político-  crea “atontadas” a las guerrillas; no es que el ex presidente…  Sólo está buscando dos cosas: primera, ganar el Plebiscito con su ‘No condicionado’; y segundo, ganarle  tiempo al tiempo, pues si logra tumbar lo de la Habana, se le abre  el camino  para aspirar a una tercera presidencia, en persona o mediante un manejable ventrílocuo”.
6. “…a los resultados de las Encuestas- que más que conocimientos  objetivos lo que miden en la coyuntura  del momento son opiniones y percepciones subjetivas transitorias- hay que hacerles una  lectura no mecánica sino, más bien dialéctica, que recoja las contradicciones y tensiones que se mueven y chocan en los distintos momentos en la  intimidad subjetiva de los ciudadanos concretos”.
7. ¿Cómo explicar entonces los paradojales resultados de la última Encuesta Gallup? “…el grueso de la gente está aprendiendo a realizar un juicio crítico racional más o menos así: “ si todos los días y a toda hora en la vida cotidiana me tengo que comer tantos sapos que produce esta sociedad  ¿por qué no me voy a comer éste de la pacificación que, por lo menos,  en el último año ha mostrado y evidenciado que  centenares de colombianos- soldaditos y civiles y guerrilleros- no han muerto como resultado de las negociaciones que se vienen realizando en la Habana?”.
8. Las críticas centrales formuladas por la oposición al “Documento Final para la Terminación del Conflicto. En nuestra opinión meramente ajustada a la lógica jurídica, “si el 2 de octubre  gana la opción del ‘Sí’, solo el pueblo soberano que fue el que los aprobó, podrá reversar los Acuerdos en un nuevo acto político y, por lo tanto, equivocado se encuentra el ex presidente Uribe al asignarles esa tarea  al Congreso, a las Cortes o  a los futuros gobiernos”.

9. De todas maneras suena raro que la Iglesia Católica colombiana, no obstante la presencia destacada del pacifista y humanista y muy solidario Papa Francisco en el proceso, salga ahora  con un comunicado en el que anuncia que "de ninguna manera, la iglesia católica induce a los colombianos a votar por el Sí o por el No en el plebiscito" mientras otras iglesias cristianas le han dado ya un sí  al  ‘SÍ’ “.

10.  Una opinión sensata formulada desde las lógicas de la ciudadanía.

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Cuando socialmente no se lo usa como conjunto orgánico de reglas de juego funcionales  a la construcción de una convivencia democrática sino como mera ideología, vale decir, como una forma de tapar y velar lo real para manejarlo según los amaños de los poderosos, el derecho sirve para todo lo que suene a perverso: aún para producir  nuevas formas de  golpe de Estado aparentadas de legalidad y de la más enorme legitimidad. Esto es todavía mucho más válido en el mundo actual cuando la política se nos ha venido convirtiendo en un  mero problema técnico definido por un accionar  sistemático  orientado a  crear una matriz de opinión pública en torno a un problema concreto altamente sensible para la población  entregando información masiva y reiterativa e incisiva  a  un grupo muy grande de  siempre disponibles hackers cuyo oficio no es otro que la entrega continua de información: se trata personas entusiastas cuya ética se encuentra asociada a la creencia de que el entregar y compartir  información al alcance de todos , en sí y por sí mismo y  al margen de su validez fáctica o de su coherencia teórica, es bueno y saludable constituyendo el acceso a ella un derecho casi sagrado del conjunto de la ciudadanía.[1] En Colombia, en el  Centro Democrático, y sobre todo con  su máximo líder y sus cuadros dirigentes, se encuentran los simpatizantes más fervorosos de esa pervertida  forma neo-técnica de hacer política como se ha podido verificar  con la campaña que armaron a principios de agosto : le entregaron, de modo masivo, a los entusiastas hackers una cartilla “falseada” sobre lo que llamaron “ideología de género” buscando la caída de la Ministra gay  de Educación Gina Parody para tras ella  arrastrar de la jeta  a desorientados  padres de familia, a las organizaciones  religiosas y al conjunto del  moralismo intolerante    en contra del plebiscito.
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En parte o en mucho es  lo que ha venido acaeciendo en América Latina en el último año. Es por eso por lo que como contexto de este Ensayo, importa señalar lo que ha escrito desde España  nuestro amigo  y sociólogo Juan Diego García titulado LA OFENSIVA,
La ofensiva de la derecha en Latinoamérica ofrece un balance bastante desigual que no justifica en modo alguno sus declaraciones triunfalistas allí en donde han desalojado a gobiernos progresistas ni resultan creíbles  las proclamas apocalípticas de la derecha venezolana o colombiana…Y para no ser menos, la derecha extrema en Colombia impulsa ahora el NO en el plebiscito que debe refrendar los acuerdos de La Habana con la insurgencia de las FARC-EP. Con mentiras evidentes y sembrando el miedo entre la ciudadanía (en eso son expertos) buscan sabotear un acuerdo que gana mayores apoyos cada día en un país que sin duda no merece otro medio siglo de guerra civil. ¡Ni Washington los apoya!....al menos por ahora.”[2] Ya las extrema derechas casi no requieren propiciar los clásicos golpes de Estado, han aprendido a darlos con justificaciones legales por sí mismas manipulando de modo mediático y perverso la opinión ciudadana.
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Hace apenas tres semanas escribimos  el Atisbo 246, “El Plebiscito en  1600 interdisciplinarias palabras”[3]; hasta ese momento las posiciones en el partido de Uribe bailoteaban  entre la abstención y  “el No”. Dijimos entonces que para bien del futuro de la democracia colombiana- un futuro que bajo el horizonte de “el sí”  por vez primera preanunciaba  la expulsión  de  las armas y de las violencias  del régimen político colombiano- lo sano era no aparentar desear   el inicio inmediato de la pacificación del país pero tampoco abstenerse en una sociedad de históricos abstencionistas, sino, más bien, votar de modo abierto y explícito por “el No”. Lo más sano, señalamos, era que la oposición  legitimara en lo electoral la certeza de sus posiciones y que si  lograba un umbral negatorio del 13% con un voto, por lo menos, encima del “SÍ”, hasta ahí llegaba  la  negociación  de Santos. Y hasta ahí llegaba porque el fallo de la Corte Constitucional- Sentencia C-379- había sido  preciso y ordenante: si en el Plebiscito como acto político  ganaba el “SI”, Santos estaba obligado a cumplir lo que el pueblo como soberano supremo le ordenaba, pero si el triunfante era el “NO”, hasta ahí llegaba su esfuerzo pacificador a no ser que  el presidente se decidiese a emprender una nueva y muy  distinta negociación, empeño político  éste que, aunque viable en lo jurídico,  por razones de desaliento, de tiempo y de dificultades prácticas, casi con seguridad este gobierno no va a emprender.
En estas condiciones, el desarrollo subsecuente del conflicto interno armado quedaba en manos no de Uribe sino del conjunto de las fuerzas sociales y políticas del país, pues no  otras serían  las consecuencias de la  derrota de Santos por Uribe.
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 Pero, muy pronto el Centro democrático se decidió  por un raro y extraño y contradictorio y hasta desorientador “No”. Si ganaba  “el No”, dijeron pronto los uribistas  como para no echarse encima la responsabilidad de otras décadas más de guerra interna, se trataba de “un No” condicionado, pues lo que harían sería reformular el modelo habanero de negociación   por uno orientado  a buscar una negociación perfecta sin concesiones a las Farc  con lo que se  inyectaría suavidad judicial   a unos maltratados militares a quienes se estaba pretendiendo  igualar  a los terroristas llevando el desaliento  a su  patriótico accionar armado. Si no fuera por sus precedentes, lo sano sería pensar que  un Uribe honestamente convencido  es el que está proponiendo una “negociación” con cárcel para la dirección de los insurgentes y con la prohibición de participar en política.  Pero, como para recordar ahora al Uribe Vélez del 10 de marzo del  2005 que, cuando estaba negociando con los paramilitares, avaló así su Ley de Justicia y Paz en declaraciones  a la W Radio,




Encontrar un buen balance entre paz y justicia es muy difícil, paz sin impunidad, justicia sin sometimiento. Pero le voy a decir: todos los procesos de paz son imperfectos, hasta el límite que me he atrevido a decir lo que ahora repito: en todos esos procesos de paz finalmente uno ve un poquitico de sometimiento en nombre de la justicia y algo de impunidad en nombre de la paz. En esto hay que hablar con toda franqueza. Aquí no hay legislación perfecta. En un proceso de paz queda algo de impunidad; tenemos que buscar que sea la menor posible”.[4]




Y en materia de la participación política de las Farc, ésta para farianos   es de la esencia de una negociación, pues si en 1964 se alzaron formalmente en armas fue porque, como  animales políticos racionales consideraron que  no cabían en el régimen político bipartidista entonces  constitucionalmente vigente. Como lo ha destacado Rodrigo Uprimny,  en el 2003 “Uribe no se oponía a la elegibilidad política de responsables  de crímenes atroces que se desmovilizaran…Y en declaraciones ulteriores reiteró que, para negociar con la guerrilla, estaba dispuesto a proponer una reforma constitucional que eliminara las inhabilidades que impedían participar en política a los responsables de crímenes atroces”.[5]




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Todo esto, con serenidad y sin  algarabía ni insultos al uribismo, en un lenguaje sencillo hay que decírselo al conjunto de la ciudadanía en esta coyuntura del Plebiscito: no es que Uribe- hábil y mediático y efectista político-  crea “atontadas” a las guerrillas; no es que piense que éstas vayan a sentarse a la ficticia Mesa que está anunciando  renunciando a las tres concesiones básicas mínimas que han logrado en la Habana: 1. una reforma rural integral, 2. un modelo de Justicia Transicional aplicable a todos los victimarios y. 3. la posibilidad efectiva de continuar haciendo política por las vías de las democracias representativa y participativa; no es que el expresidente  crea como inamovibles los años ha,  para él, movibles principios que está pregonando ahora; finalmente, no es que no sepa que los resultados del Plebiscito son vinculantes u obligatorios para el gobierno de Santos. Todo eso lo sabe de sobra, aunque lo que no le conviene lo sabe disimular muy bien o, por lo menos, es habilidoso para tapar con toda tranquilidad  el componente falso o semi-falso de muchas de sus afirmaciones. Sólo está buscando dos cosas: primera, ganar el Plebiscito con su “No condicionado”; y segundo, ganarle  tiempo al tiempo, pues si logra tumbar lo de la Habana, se le abre  el camino  para aspirar a una tercera presidencia, en persona o mediante un manejable ventrílocuo. Ha sido por esto por lo que el Centro Democrático por medio de Alfredo Rangel  se ha anticipado a presentar un  proyecto de ley dirigido a crear un Tribunal de Paz, que contempla 5 años de prisión para militares y civiles incursos en conductas delictivas asociadas al conflicto interno armado.[6] Esto no obstante, son tantos los beneficios que le han colgado a ese proyecto que, en la práctica, las penalizaciones quedarían  reducidas a casi  cero: 1.solo es aplicable a militares y civiles incursos y, en ningún caso, a miembros de grupos ilegales; 2.los acusados  quedarían  en libertad condicional hasta el momento en que se produzca una sentencia; 3.nadie debería sentirse obligado a  declararse culpable, cada acusado debe ser vencido en un juicio; 4. los militares y civiles actualmente condenados, quedarían en libertad  si ya han cumplido cinco años de prisión; y 5.las amnistías otorgadas por la Jurisdicción Especial de Paz podrían ser revocadas por la Corte Penal Internacional y por el Congreso colombiano.




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En días pasados contrastantes fueron los resultados  presentados  en dos sondeos  muy distintos: mientras la Encuesta de IPSOS-  empresa que se prestó para hacerle el juego a la jugarreta mediática contra Gina  Parody aunque a posteriori se autocriticó al reconocerle a Daniel Coronell las fallas de método y de cobertura en que incurrieron[7]- señaló que la mitad de los colombianos votarían el No frente a un menguado 39% que apoyaría el Si ,  GALLUP – empresa encuestadora técnicamente probada en muchas partes del mundo-  en una Encuesta que cubrió 58 municipios señaló que 10 millones de colombianos, el 35.1% del censo electoral, participarían en el Plebiscito, así: 67.5% por el SI Y 32.5% por el NO; en este mismo sondeo, contrastante e interesante paradoja, las imágenes  de Uribe y de Santos, alcanzaron 60 y 37% respectivamente, mientras que, y aquí la paradoja se agiganta, el 77% señaló que no estaba de acuerdo con las participación de las Farc en política  y un  85.8 % manifestó   tener una imagen desfavorable de esta organización. Esto significa que a los resultados de las Encuestas- que más que conocimientos  objetivos lo que miden en la coyuntura  del momento son opiniones y percepciones subjetivas transitorias- hay que hacerles una  lectura no mecánica sino, más bien dialéctica, que recoja las contradicciones y tensiones que se mueven y chocan en los distintos momentos en la  intimidad subjetiva de los ciudadanos concretos. En este caso, por ejemplo,  no obstante la  des-favorabilidad destacada  en materia de imagen y de posibilidad de participación de los ex-guerrilleros en política, la gente se mostró dispuesta a tragarse, digámoslo así con ese lenguaje tosco, “EL SAPO DEL PLEBISCITO”, pues iguales o mayores son LOS SAPOS DEL ESTABLECIMIENTO que se han tenido que engullir  todos los días y a toda hora (un sistema de justicia formal del Estado disfuncional y elevadamente impune, personas que empobrecidas ingresan al mundo de  la política y en cuestión de unos pocos años salen enriquecidas, la más voraz, intensiva y progresiva  corrupción público-privada…).




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 ¿Cómo explicar, entonces, tan tremenda paradoja? Las explicaciones pueden ser muchas. Sólo destacamos una. En el estado al que han llegado los diálogos- hoy 24 de agosto felizmente se  ha anunciado que todo está ya acordado - y FELICITACIONES PARA LAS DOS PARTES QUE ASÍ LE HAN DADO CONTENIDO PRECISO AL OBJETO DEL PLEBISCITO -  el grueso de la gente ha comenzado a realizar un juicio crítico racional más o menos así:
si todos los días y a toda hora en la vida cotidiana me tengo que comer tantos sapos que produce esta sociedad  ¿por qué no me voy a comer éste de la pacificación que en el último año ha mostrado y evidenciado que CENTENARES DE COLOMBIANOS, SOLDADITOS Y CIVILES Y GUERRILLEROS, NO HAN MUERTO COMO RESULTADO DE LAS NEGOCIACIONES QUE SE VIENEN REALIZANDO EN LA HABANA”?
De resultar válida esta explicación, ella expresaría que la mera pacificación como una de las cuatro dimensiones de la construcción de paz,  es decir, el dejar de matarnos entre nosotros, se está convirtiendo en un valor en sí y por sí mismo pero sin que ello signifique que la ciudadanía no desee ir más allá. Entonces, como efecto demostración, por todas partes lo debemos publicitar en estas semanas que antecederán al Plebiscito a realizar en 2 de octubre: de acuerdo con CERAC, en el último año los muertos de civiles por motivos del conflicto armado bajaron un 98% y las muertes de combatientes cayeron un 94%: “a julio 19 del 2016 han transcurrido 1234 días sin tomas de poblaciones, 580 días sin retenes y 373 sin emboscadas a la Fuerza Pública”.[8]




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Doscientas noventa y siete páginas, con un preámbulo de 3 y una introducción de 4, cubren el histórico “ACUERDO FINAL PARA LA TERMINACIÓN DEL CONFLICTO Y LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PAZ  ESTABLE Y DURADERA”. Como no hay texto bueno o malo si alguien no lo ha leído, recomendamos su lectura en,  www.mesadeconversaciones.com.co, o si les aburre o cansa un documento  tan largo, lo pueden escuchar en, https://www.spreaker.com/show/lectura-del-acuerdo-de-paz . De acuerdo con el contenido de los Acuerdos y a la actual correlación  de fuerzas en la negociación de la Habana las dos partes, hasta ayer enemigas y hoy socios adversarios, han ganado y han perdido, pero la que más  ha ganado ha sido el conjunto de la nación colombiana.

 Buena la extensión, pues se llegó hasta el detalle para que  nadie pudiese pensar que  ha habido Acuerdos ocultos para manejarlos entre las mangas de negociadores con vocación de tahúres. Ya cada quien hará, sin prejuicios conscientes y manipuladores,  su propio resumen sin olvidar, claro está, que, por muy bien intencionado que se  esté, toda condensación de textos  no deja de ser una construcción  personal socialmente condicionada. Si se me pidiese ahora, que explicitara mi resumen personal, al margen de los detalles técnico-políticos de la implementación, lo  esbozaría así:
Objetivo específico central de los Acuerdos: Crear las condiciones para que las Farc paren de buscar el poder  a través de  los fusiles para hacerlo a través de las urnas y los votos; es decir, la pacificación o el dejar de matarnos entre colombianos, es el objetivo estratégico buscado. Para el cumplimiento de este objetivo específico  una condición sine qua non es la dejación de las armas. Los críticos de esta operación han dicho que las Farc dejarán  ocultas una buena parte de ellas. Precisamente para evitar esa posibilidad, las Naciones Unidas han asumido el encargo de observar in situ el proceso y monitorearlo. De todas maneras, si la  oposición desconfía de la ONU, que señale entonces en concreto qué organización no interesada ni comprometida podría cumplir cabalmente esa compleja y delicada tarea.

Aparece entonces aquí la única concesión importante y central que se le ha hecho a las Farc en sí mismas consideradas: la de no juzgar a sus responsables estratégicos,  es decir, al Secretariado, a la luz de las penalizaciones contempladas en el Derecho Penal sino con penas alternativas, que  sólo serán aplicables a los que confiesen sus delitos de lesa humanidad que todos sabemos han sido crueles y reales como las de los otros actores de la guerra interna,  pero quienes no lo hagan serán  objeto de la Justicia Penal ordinaria. ¿En dónde está entonces la impunidad total de la que tanto  hablan  la oposición así como Vivanco presidente de Human Rigths watch? Para el conjunto de los miembros de base  de la organización habrá indulto y amnistía. Planteemos entonces un hecho y una pregunta: por una parte, la posibilidad de penas alternativas para casos de comprometidos en conflictos armados internos está ya  ampliamente contemplada en la legislación  humanitaria internacional y ¿por qué  la oposición no nos  precisa, para aprender de esa lección,  en qué partes del mundo  se ha negociado aplicando cárcel a los insurgentes, acto de justicia que aquí si se aplicará para quienes no confiesen sus crímenes de lesa humanidad? Entonces, por eso se acordó una JURISDICCIÓN ESPECIAL, EXCEPCIONAL Y TEMPORAL  PARA LA PAZ, la forma histórica que asumió en Colombia la JUSTICIA TRANSICIONAL ampliamente aceptada y avalada ya por los TRIBUNALES INTERNACIONALES, orientada a  PROTEGER LOS DERECHOS DE LAS VÍCTIMAS  a la verdad, a la justicia, a la reparación y a la no reparación. Al respecto sólo destacamos una pedagógica observación: es cierto que si teóricamente se confronta esta forma de Justicia Transicional con el relativamente bien evolucionado pero casi inoperante Derecho Penal colombiano se podría hablar de una suavización de la penalización, que es lo que la oposición a los Diálogos de la Habana denomina IMPUNIDAD; pero, para parar un conflicto armado ya envejecido- el más largo y cruento del hemisferio occidental-  era necesario postular penas alternativas que, por no ser cárcel a no ser para los que libremente no confiesen sus graves delitos atentatorios de la dignidad humana, no dejan de ser  una forma de justicia, pues como lo dijo el propio Uribe Vélez en el 2005, “en todos esos procesos de paz finalmente uno ve un poquitico de sometimiento en nombre de la justicia y algo de impunidad en nombre de la paz.”  Una presumible crítica importante que, desde meses ha,  se le ha hecho a la Jurisdicción Especial de paz es la que los guerrilleros estaban buscando designar o tener incidencia en la selección  de los Jueces que los juzgarían. Asunto éste muy delicado, fue objeto de una discusión detallada en la Habana, tal como lo expresa el texto final de los Acuerdos, y lo ha reiterado Adolfo Atehortúa, emérito rector de la Universidad Pedagógica Nacional,
La mesa de negociaciones ha acordado también la participación del SUE en la selección de los magistrados del Tribunal de paz que llevará sobre sus hombros, con absoluta imparcialidad, la aplicación del esquema transicional de justicia que hará posible la concreción de los acuerdos. Además del SUE, harían parte de dicho comité el papa Francisco, el secretario general de la ONU, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia y la delegación en Colombia del Centro Internacional de Justicia Transicional (ICTJ)”. [9] Aunque algunos han señalado que no metamos al benemérito Papa en estos asuntos, de nuevo digamos que habría que estar atentos si algún colombiano propone un Comité más representativo y respetable que éste para la selección de los Magistrados del Tribunal de Paz.


El otro Acuerdo importante, que más que una concesión a las Farc, que siempre ha tenido  entre pecho y espalda la cuestión agraria, ha sido una reivindicación campesina que el Estado en sus políticas agrarias jamás ha asumido como un asunto substantivo: una Reforma  integral agraria que tenga como referente central las economías campesinas donde habitan 8.5  millones de personas de las 11.3  que   hay en el campo, casi todas ellas pequeños y precarizados  propietarios y arrendatarios. Uno de los componentes importantes de este Acuerdo es el producir un cambio en la estructura de tenencia y uso de la tierra a partir de la conformación de  un Fondo de tierras que tendrá, entre otras, como una de sus fuentes de alimentación, las abundantes tierras ociosas con vocación agrícola  existentes en Colombia, propiedad de tierras que, en su componente de latifundios improductivos,  puede asumirse como ilegal pues no cumple la función social constitucionalmente contemplada en el actual ordenamiento jurídico colombiano.  
 Es a este componente del Acuerdo sobre reforma rural integral a lo que más le teme un amplio sector de opositores a los Diálogos de la Habana siendo eso lo que les ha permitido, de cara a la opinión pública ciudadana,  asimilar de modo falaz  a “Castro Comunismo” las negociaciones de la Habana y afirmar que Santos, al atentar contra la propiedad privada con ese Fondo de tierras,  le estaría entregando el país a las guerrillas. Pero, lejos está  del pensamiento de Santos atentar contra la propiedad privada- es uno de sus más férreos defensores-  al pensar en esas tierras ociosas con vocación agrícola  como una de las fuentes de alimentación del acordado Fondos de tierras, pues lo único que ha dicho es que porciones muy importantes  esas tierras no han cumplido LA FUNCIÓN SOCIAL A LA QUE CONSTITUCIONALMENTE ESTÁN OBLIGADAS.   

Por lo tanto, que muchos sectores de la oposición dejen de hacer demagogia  barata al respecto: en Colombia no va a haber en esta ocasión  por primera vez en su historia  una reforma agraria  democrático capitalista que afecte al conjunto del latifundio ni mucho menos va a haber una socialización de la propiedad de la tierra; sólo se afectaría, en su componente improductivo, a aquellos terratenientes que, por razones de especulación o de búsqueda de poder y/o prestigio social mantienen en sus manos extensas e ilegales tierras ociosas que no cumplen la necesaria función social que constitucionalmente le corresponde a toda forma de propiedad privada.
Ha habido otros dos Acuerdos, sobre participación política y sustitución de cultivos de uso ilícito, en torno a los cuales, por economía de espacio y por no haber despertado tantas críticas, no hacemos por ahora referencia especial. Agregamos también que muy positivos han sido los Acuerdos sobre desminados y sobre búsqueda de personas desaparecidas.
Pero, ha habido  otros inflados  fantasmas que se han echado a volar pero que ahora han empezado a desinflarse, así: 1. Desde meses atrás alguien lanzó  a las redes sociales la idea de que durante tempo indefinido a cada  guerrillero desmovilizado se le pagaría mensualmente un millón ochocientos mil pesos (1.8000.000 pesos; pero, sólo se los subvencionará por dos años con el 90% de un salario mínimo, o sea, 620.000 pesos; 2. se ha dicho, y Uribe Vélez  lo reiteró hoy 26 de agosto, que   el  gobierno de Santos haría una reforma tributaria  que haría recaer  sobre los  más pobres el financiamiento de  la costosa negociación. Pero, ocurre que con negociación  o sin ella, este gobierno va a hacer esa reforma por razones fiscales muy ligadas a la caída de los precios del petróleo: existe un hueco fiscal de 30 billones de pesos y por eso más que una reforma estructural será una reforma coyuntural para atender a esa emergencia fiscal. Pero, para financiar la etapa que viene, la de los acuerdos posthabana, el gobierno está pensando más en la cooperación internacional que en una reforma tributaria. Pero si por alguna razón se desliza la iniciativa de un  Impuesto temporal para la Paz, éste no podría ni debería afectar a  la gran masa de colombianos que devengan  menos de cuatro millones de pesos.

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En cuatro cartillas y en 1552 palabras Uribe Vélez condensó sus críticas de las 297 páginas del  Acuerdo final para la terminación del conflicto; más que un  resumen personal del texto - como todo resumen, el nuestro también,  socio-ideológicamente condicionado- se trató de un compendio de sus críticas del documento y de muchas otras cosas que nada o muy  poco tienen que ver con él. Y allí radica su mayor bondad: por fin se tiene un texto que recoge el conjunto de sus críticas casi todas dispersas y recibidas a través de algunos de los miembros  de su grupo partidista que  apenas si alanzan a medio remedarlas eso sí con tono muy uribista. Lo reiteramos: se trata de generalizaciones, para ser más benignos llamémoslas  hipótesis, pero casi todas carecen de pruebas empíricas o fácticas, pertinentes, robustas y precisas y por eso se quedan en la condición o de truncadas verdades o de meras conjeturas y suposiciones. Aún más, en varios casos se establecen las correlaciones más ilógicas como eso de decir que las Farc son el nuevo paramilitarismo o que lo de Nicaragua fue  una concesión a las Farc o de que Colombia marcha hacia la colectivización de la tierra. De todas maneras, no obstantes estas evidentes fallas, no digamos si nos parece bueno o malo el texto, que todos lo leamos sin prejuicios malintencionados el texto de Uribe y que cada quien saque sus conclusiones en una u otra dirección.[10]
  Uribe señaló y reiteró que no se opone a la pacificación   sino al tipo de Acuerdos que se han construido en la Habana exigiendo su revisión  y que si gana el Sí, como la Agenda nacional no puede ser la del terrorismo, el Congreso, las Cortes y los gobiernos futuros podrían  reversarlos. Pero, como en este caso, la Corte ha decidido que “el sí es el sí y el no es el no”  si gana la primera opción, solo el pueblo soberano que fue el que los aprobó, podría reversarlos en un nuevo acto político y, por lo tanto, equivocado se encuentra el expresidente al asignarles esa tarea  al Congreso, a las Cortes o  a los futuros gobiernos.







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De todas maneras suena raro que la Iglesia Católica colombiana, no obstante la presencia destacada del pacifista y humanista y muy solidario Papa Francisco en el proceso, salga ahora  con un comunicado en el que anuncia que "de ninguna manera, la iglesia católica induce a los colombianos a votar por el Sí o por el No en el plebiscito" mientras otras iglesias cristianas le han dado ya un sí  al  “SÍ”[11].
En cuatro años, desde el 12 de agosto del 2012 hasta el 24 de agosto del 2016, es mucho lo que las “partes enemigas” han avanzado en reconciliación, una segunda dimensión central de la construcción de la Paz en Colombia, país en el que desde el siglo XIX sus habitantes en sus interacciones cotidianas han estado más marcados por la relación amigo-enemigos que por la relación amigos-adversarios o amigos-aliados. Ha sido por esto por lo que hoy 24 de agosto los hasta ayer enemigos, como adversarios que ya son, han finalizado unos Acuerdos, que pueden ser el punto de partida de una transformación  del país a partir de un cambio estructural en las relaciones sociales en el campo.[12] ¿Por qué entonces la Iglesia católica, cuyo valor central es el amor al prójimo como acto de solidaridad humana, por lo menos, superando un objetivismo que no le compete,  no sugiere  o aconseja el “SI” sobre todo cuando observamos lo que en los últimos dos años ha acaecido en la relación entre militares y guerrilleros en materia de desmonte de desconfianzas y de aproximación a un trabajo conjunto en materia de pacificación?




Ver al general Javier Flórez, antiguo jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, uno de los más duros en la lucha contra las Farc, quien fuera clave en las acciones que llevaron a la muerte a los líderes guerrilleros Alfonso Cano, Raúl Reyes y el Mono Jojoy, trabajando en el alistamiento de  los lugares donde se pondrá fin al conflicto armado, hombro a hombro con el comandante de las Farc  Carlos Antonio Lozada, quien dirigiera la Red Urbana Antonio Nariño y, como tal, realizara montones de operativos de terror, me llevó a preguntarme: ¿sería posible que si fracasara el plebiscito y volviera la guerra, estos dos hombres que han compartido juntos tantas horas de trabajo en La Habana y en Colombia y que se han mirado a los ojos, puedan enfrentarse a muerte de nuevo y disparase en un campo de batalla?[13]




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Como nos ha escrito nuestro hijo el abogado Federico Vélez Pachón,
















































[1] . Himanen, Pekka. La Etica Hacker y el espíritu de la era de la informática. eprints.rclis.org.org/12851/1/pekka.pdf .
[2] .García, Juan Diego”, DEFENSIVA, agosto 2016.
[3] .https://groups.google.dom/fórum/#!topic/mesacomunicacionpacifico/3hueSZDIO_s .
[4]. “Proceso de Paz con las Autodefensas”. Memoria Documental 2005-2007, pg. 64.
[5] Uprimny Rodrigo. “Paz y elegibilidad política”, El Espectador, domingo 21 de agosto 2016, pg.40
[6] .Semana.com, 17-06.2016.
[7] .Coronell, Daniel. LOS PROBLEMA DE UNA ENCUESTA, Semana, No 1789, del 14 al 21 de agosto de 2016, pg.19.
[8] .CERAC, Columnistas Libres, 19-08-2016.
[9] . Atehortúa, Adolfo. “El compromiso de la Universidad con la Paz, El Espectador, 26-07-2016
[10] . Vélez Uribe, Alvaro,
[11] . “Congregaciones cristianas le dieron sí al plebiscito”; “La iglesia católica aclara su posición  frente al plebiscito por la paz”, El Espectador, 23-07-2016.
[12] . Vélez Ramírez, Humberto, ¿Qué puede ser ese asunto llamado paz territorial?, Atisbos Analíticos 239, 18-03-2016; “En Colombia urge historizar el concepto de territorio para poder actuar sobre Territorios Tipo-ideal de guerra, de violencias y de construcción de paz”, Atisbos Analíticos No 242, junio 2016; encontrar en : o el Google o en, www.atisbosanaliticos2000.blogspot.com, .
[13] .Lara Salive, Patricia. El Espectador, 20-07-2016.


08 agosto 2016


Atisbos analíticos no 246, agosto 1 de 2016 HUMBERTO Vélez r armenia nodos regionales de redunipaz del  eje cafetero y del suroccidente colombiano. Instituto colombiano de la paz y para la Paz. Incopaz “POR UN NUEVO ESTADO PARA UNA NUEVA COLOMBIA”. humbertovelezr@gmail.com, atisbosanaliticos2000.blogspot.com.






Lo histórico del  plebiscito del 2016 ;
O votar para que las farc RENUNCIEN A matar
O votar-abstenerse para que lo continúen haciendo.


EL PLEBISCITO EN MIL SEICIENTAS INTERDISCIPLINARIAS PALABRAS.
Ya se trate de Plebiscito o de “Mecanismo Especial para la refrendación de la paz”, este dispositivo posee un  explícito carácter de hecho histórico, cuya constitucionalidad ha sido aceptada-  5 votos a favor y 2 en contra- por la Corte, pues con él  en lo cualitativo   se han modificado  las maneras como el Estado y su  élite de poder han manejado tradicionalmente  los posibles desenlaces del ya más que cincuentenario conflicto interno armado; histórica debería ser también  la respuesta que el pueblo colombiano, como soberano supremo, podría darle a esta invitación a legitimar en lo socio-político-electoral este evento. Pero,  lo que  ningún colombiano debe ignorar en este julio del 2016 es que con este Plebiscito se le ha entregado a   la ciudadanía la opción de aceptar o no  el final de la guerra interna.  Unos días más y ya será tarde para lagrimear un tardío apoyo al sí.
Qué bueno sería que aquella invitación, que desde décadas se le ha venido haciendo a los ciudadanos, “si no quieres que la política se meta en ti, métete a la política”, ahora en esta coyuntura del 2016, como un suave y atrapante efluvio, quedito y quedito  le susurrara al oído  de cada colombiano- niño,  joven o adulto, cristiano, indiferente o ateo, hombre,  mujer o gay- en una versión  muy colombianizada,  

 “Si no quieres que la guerra con todas sus perversidades
 y dramas y miserias se siga metiendo en tu existencia y en
tu  corazón y en los de tu familia, amigos y vecinos, métete
 a conquistar la paz iniciando  ahora este largo   proceso con
 UN VIGOROSO APOYO AL SI EN EL PLEBISCITO, es decir, 
con un proactivo  apoyo al comienzo de la pacificación del
país, pues desde hace dos siglos de modo perverso nos
imaginamos  estar construyendo una nación común masa-
crando, al mismo tiempo,  al ’compatriota vecino’, que habita
a nuestro lado, en un mismo sitio geoterrenal".



El Plebiscito con un Umbral Aprobatorio del 13% sería la puerta de entrada al inicio de la construcción de una paz querida por todos; en sí, en lo objetivo, más integral; y en lo subjetivo, más completa para el conjunto de la ciudadanía, y si eso es lo que desean los enemigos de la Negociación de la Habana, en sus manos también estaría la obtención de un Umbral Negatorio para lo cual en esta coyuntura debería participar absteniéndose  de promocionar la abstención en una sociedad de abstencionistas en la medida en que el N0 le gane al SI al obtener un Umbral de participación superior al 13% del Censo electoral.  De todas maneras,  ni por etapa histórica ni por contexto constitucional ni por contenidos substantivos serían comparables los Plebiscitos de 1957 y del 2016.Solo los anudaría el elemento común de haber sido ambos-  aún con el deseo analizamos que el de este siglo XXI también lo sea- una decisión parcialmente colectiva  de la ciudadanía  como soberana suprema ordenándole a los implicados parar la matazón correspondiente a cada una de esas dos etapas de la historia del país. Es que lo que ahora en este 2016 lo que en Colombia, en concreto, se ha puesto a la orden del día no   ha sido la paz integral o completa o querida (aquella sin guerra (1) y con equidad social para todos (2)  y con  procesos finalizados de perdón y reconciliación  (3) y con una nueva cultura ciudadana capaz de asimilar con creatividad la siempre inevitable y hasta necesaria conflictividad  social (4)- si no  que lo que en la circunstancia se ha elevado a la condición de asunto central ha sido la posibilidad muy real de  pactar por fin  el dejar de matarnos por razones de congénita intolerancia política y esto,  de un modo tan original y oportuno y productivo,  que  ésa sea la puerta de entrada a unos procesos  substantivos  que nos permitan organizarnos para empezar a jalonar – por favor léanse bien- los temas  2 y 3 y  4 ya sugeridos como una condición sine qua non para  la construcción de una paz querida e integral y completa en y desde los territorios.

En la Colombia actual en donde, por poseer algunos imaginarios al respecto, todos nos creemos especialistas en los temas de la guerra y de la paz, es aconsejable la dosificación del uso de la palabra paz. En este breve Ensayo ya la hemos utilizado en  7 ocasiones. Un uso social intensivo pero sobre todo inadecuado del vocablo,  al aplicarlo, por ejemplo, a lo que no significa en lo semántico objetivo, puede llevar a despojarlo  de contenidos concretos haciendo de él un pantotum o constructo social con el que cada quien afirma lo que le interesa o le viene en gana produciéndose así su obsolescencia  idiomática. En su formulación abstracta, un Programa de  Construcción de  Paz, de modo indirecto es un Programa de Gobierno para el conjunto de la ciudadanía; relacionado ya con el régimen político  (ese especio donde habitan y se mueven los sujetos o fuerzas que aspiran  o  a manejar  El Estado- los partidos y movimientos políticos-  o a presionar para que las decisiones gubernamentales se correspondan con sus intereses básicos- grupos de interés y de presión- cada quien lo coloreará con ideas e imaginarios e intereses ajustados a los idearios de  Sociedad y de Estado de cada quien; pero historizado para el caso colombiano, construir paz significa cuatro cosas muy  precisas: primera: tras dos siglos de venirlo haciendo, dejar de matarnos por razones políticas; segunda: tras 200 años  de odios y venganzas , empezar a reconciliarnos; tercera: tras cincuentenas y cincuentenas  de injusticia social, jalonar procesos hacia  la equidad social en uno de los países más inequitativos del mundo; y cuarta: tras años y años de ausencia de espacios y dispositivos para un manejo creativo de los conflictos cotidianos entre ciudadanos, echar las bases de una nueva cultura democrática.

Con este Plebiscito sólo se  nos está convocando a tener una presencia masiva en una acción colectiva todavía incierta en sus resultados positivos, razón por la cual, como  están  analizando algunos analistas  con los  deseos,  no podemos jugar con la idea de  que 10 millones  de votos por el SÍ  se encuentran a la vuelta de la esquina. Para que el Plebiscito conmueva y direccione  la flacuchenta democracia hasta ahora alcanzada en Colombia, urgen rectificaciones de parte y parte. Ojalá así lo entienda la oposición y reformule el pobre y cojo y reiterativo discurso que han venido esgrimiendo de cara a  los diálogos de la Habana. Hace cuatro años cuando se iniciaron estas conversaciones la oposición señaló  que la negociación sobraba porque  Uribe había dejado a las Farc estratégicamente derrotadas, razón por la cual en esa coyuntura  sólo cabía o su derrota militar o su sometimiento. Pero, como para Uribe un país sin guerrillas era un Uribe sin Programa,  los analistas y  comunicadores cercanos a él, nunca examinaron cómo unas Farc, golpeadas pero no derrotadas, con rapidez lograron replantear en el último año del octoennio uribezco,  sus estrategias y territorios de guerra. Este silenciamiento de lo real, lo llenaron con  cuatro o cinco mentiras manejadas bajo apariencias  y  efectos de verdad. Que Colombia, producto de una alianza entre el “neoliberal Santos” y  el ‘’socialista Timochenko’’ estaba a punto de caer en las garras del comunismo, fue lo primero que adicionaron. Para no decir más, hace apenas dos semanas, Uribe sonó ante el mundo como un ser viviendo en una estratosfera desglobalizada cuando en Roma  reiteró tan disparatada tesis.  Por otra parte, sin hacer la mínima referencia a una larga historia mundial de negociación con los subversivos- en ninguna de ellas la clásica  cárcel ha aparecido como sanción central  y en todas ellas  su  participación  en política  institucional ha sido una condición  sine qua non-  aquí los uribistas han querido negociar con las Farc  ofreciéndoles piyamas a rayas  y negándoles la posibilidad de hacer política, es decir, algo consubstancial a su existencia vital.. Pero,  cuando se ha llegado al  colmo del cinismo  ha sido cuando opositores que han gobernado este país y han tenido que ver con  la configuración institucional  de su Estado, con uno de los sistemas formales de Administración de Justicia  más impunes del mundo, han dicho y redicho que la Justicia Transicional, que ha sido y continúa siendo el modelo especial y temporal y excepcional de defensa de las víctimas en todo el mundo en casos de  conflictos armados extremos como el colombiano,  es un monumento a la impunidad.

En nuestra opinión, toda esta carga de argumentación, más emocional que racional, más mentirosa que verídica, más apariencia que substancia no ha sido más que la máscara con la que la oposición  ha buscado ocultar el Programa real  de Uribe: DERROTA MILITAR DE LAS GUERRILLAS, ANTIREFORMA AGRARIA Y EL MÁXIMO POSIBLE DE MERCADO EN LA ORIENTACIÓN DEL  PAÍS. En su legítimo y muy legal  derecho están al calladamente sostener un Programa así; pero que, para hacer política lo expliciten y no  envuelvan en papel de regalo.   

Entonces, ojalá la oposición con una argumentación alternativa se decida a participar; si le ganan al  SI aunque sea por un solo voto pero con un umbral negatorio del 13%, la que habrá ganado será la democracia colombiana.



ATISBOS ANALÍTICOS  No 245,  Universidad del Valle julio de 2016, IEP-Programa de Estudios políticos, Humberto Vélez R, profesor investigador  y presidente de Ecopais, UN NUEVO ESTADO PARA UNA NUEVA COLOMBIA. humbertovelezr@gmail.com , atisbosanaliticos2000.blogspot.com .

Nota: Este Atisbo fue  leído en el homenaje de reconocimiento al maestro Humberto Vélez por su presencia activa en la investigación académica, su obra escrita invita a construir pensamiento crítico, desde los ATISBOS ANALITICOS  ha seguido las huellas de la negociación gobierno-farc que tienen como escenario de dialogo la Habana- Cuba.


CARTA-ORACIÓN  A LOS DIOSES DE LOS COLOMBIANOS
 SOBRE SUS CREYENTES Y LA PAZ DEL PAÍS


ORACIÓN-CARTA ABIERTA”, LAICA Y
 PLURALISTA, POR LA PAZ A LOS DIOSES
 DE LOS COLOMBIANOS INCLUIDO EL
 DIOS REPRIMIDO DE ALGUNOS ATEOS
Y, SOBRE TODO, EL  ÚNICO DIOS QUE
SE ENTRISTECE Y LLORA AL ESENCIAR
LA SOBERANA INDIFERENCIA DE SUS
 SEGUIDORES CON EL  “OTRO HUMA-
 NO” QUE A SU LADO HABITA, Y QUE
 COMO ELLOS, EN TOTAL Y CONSEN-
TIDA SOLEDAD, VIVE Y PRODUCE, Y 
 PIENSA Y SIENTE, Y LUCHA Y DISTRI-
BUYE, Y CANTA Y LLORA, Y REZA Y
MALDICE LAS 24 HORAS DE CADA
 DÍA.


MUY DIGNOS Y RESPETADOS DIOSES DE LOS COLOMBIANOS :

En realidad de verdad, ésta, más que una oración a los Dioses, quienes en su esencia íntima  no la necesitan, es una oportunidad de conversar  con Ustedes sobre asuntos que, en su omnisabiduría anticipada, ya conocen, pero que son vitales para el presente y futuro de sus creyentes, inscritos en diferentes versiones del amor al prójimo como forma histórica situada de solidaridad humana. En general, los seres humanos no necesitamos de los Dioses para explicarnos la estructura y las leyes de funcionamiento de nuestras sociedades, pues es bien sabido que, entre nosotros  habitan sus artífices concretos, sea bondadoso o perverso el carácter de cada una de ellas. Sin embargo, tan prolongada e intensa ha sido la presencia de Ustedes y de sus representantes e instituciones en todos los presentes pasados y actuales de la sociedad colombiana; tan robusta   es la presunción de que en Colombia ha habido una fuerte incidencia teológica  en las costumbres y  prácticas sociales del conjunto de la ciudadanía, que equivocado sería no recordarlos ahora, en esta coyuntura del 2016, cuando al país se le ha abierto un horizonte dicotómico para el manejo de uno de sus problemas centrales, el del cincuentenario en el tiempo pero muy longevo en sus consecuencias conflicto interno armado.

Como para recordarnos entre todos,  muy Respetados Dioses, que el cronológico 23 de junio del 2016, como proceso, se inició en Colombia  un largo y complejo día de seis meses que, por histórico, no será lineal sino muy curvado, al final de los cuales se espera que en Bogotá y no en la Habana se firmen los Acuerdos construidos en la Isla de Martí  una vez las Farc, y ojalá el Eln, hayan hecho la dejación de las armas y  definido una Estrategia que les permita reincoporarse a la vida ciudadana bajo formas de presencia y de trabajo y de actitud y de prácticas inéditas por lo  desconocidas en anteriores procesos de negociación. Pero, como para recordarnos también, muy  Dignos Dioses, que una alta proporción de sus seguidores[1], alegando pretextos poco cristianos, no han estado de acuerdo con esta forma específica de construcción de perdón y reconciliación.

Pero, para poder encausar y encontrarle el sentido a  este conversatorio, conviene precisar algunos de sus contextos. El más importante de ellos, y casi olvidado por los estudiosos, precisa que entre el  dejar de matarnos como resultado de una negociación -Santos- y el dejar de matarnos porque ya nos hemos matado-Uribe Vélez- la diferencia es cualitativa. Es decir, que el tipo de desenlace que tenga el conflicto interno armado en sí no es gratuito ni  inocente de cara a la      Colombia del futuro. Al final-final,  a  un social colombiano, incluyente-cooperativo-integrativo y solidario,  será nada lo que le podrá aportar una pacificación  obtenida por la vía militarista, pues por este camino  sólo  le estará abriendo paso  a la maduración perversa de lo que hasta ahora  se ha construido: Una Sociedad colombiana que, no obstante  lo mucho bueno y bondadoso que todavía sobrevive en ella, en esencia  ha llegado a ser perversa, excluyente, individualista, corporativa e insolidaria.

Muy dignos Dioses, esbozado este primer contexto y apelando ahora  al Enfoque metodológico de lo Político- a aquel que se pregunta por las maneras como en cada sociedad concreta en cada uno de su presentes pasados se ha ido  instituyendo lo social- dos hipótesis, formuladas desde tiempo atrás en nuestros  Atisbos,  una general y otra específica, nos pueden permitir una mejor inteligencia de las posturas de sus seguidores frente al problema de la paz.    

En el Atisbos Analíticos No 111 de marzo del 2010 trajimos a colación una entrevista concedida a El Tiempo, a fínales del 2009, por Francoise Zimeray, Embajador de Francia en la que planteó que Colombia tenía su cuerpo social muy enfermo: “Hay, dijo, una dimensión que me impacta: cuando vemos cómo se atacan los derechos humanos  en Colombia, y veo muchos ataques en el nivel mundial –estuve en Asia, en Palestina, en Africa, en Chechenia- lo que me impacta de la situación colombiana no es solamente la violencia y la pobreza, o los desplazamientos masivos, ES LA CRUELDAD….En Palestina no se descuartiza a la gente”. Pero, de cara a ésta también le impactó el que “nadie se indignara y protestara…”Después de los falsos positivos, continuó,  no estoy seguro  de que haya una indignación  de la opinión pública lo bastante fuerte, para tener una traducción política. Es como si existiese la idea de que, de todas maneras, no sirve para nada lo que podamos hacer”. Formuló, entonces, el Embajador Francés esta hipótesis explicativa: “También me pregunto acerca de la sociedad colombiana misma, me pregunto si lo que se hace tiene fundamento en el cuerpo social”.   [2]

 Fue como si nos hubiese dicho  que desde mucho tiempo atrás el cuerpo social colombiano  debería haber sido hospitalizado.  Por ahora limitémonos  a destacar, como hipótesis general, que tanta crueldad es una las expresiones de una sociedad en la que ha habido fallas  notorias y notables  en la historia de institución  de lo social. Como para decir  que de tanto convivir con esta sociedad con su cuerpo social enfermo, sus habitantes se han apropiado de su “esencia” casi perversa.
Desde otra mirada, la del olímpico desprecio por la vida humana a que ha llegado nuestra  sociedad, uno de los representantes de los Dioses, el Arzobispo de Cali, Monsenor Darío Jesús Monsalve, ha avalado una hipótesis similar al hablarles a los creyentes de, “la relativización del homicidio ya al homicidio de una vez para siempre” ya al homicidio dosificado. “Hemos llegado al extremo, escribió, de afirmar que en esta guerra  hay muertos buenos; como diría el Quijote son aquellos que ‘vosotros mataís’. Esto es maniqueo…Relativizar el homicidio ha sido el cáncer de nuestra cultura incoherente frente a la vida humana”.[3]

Y  ya desde febrero del 2006  se reunieron en las Islas de San Andrés 110 representantes  de las  8.000 Iglesias Cristianas Evangélicas existentes en Colombia pronunciándose  “por el abandono del uso de las armas por parte de las personas o grupos armados  para buscar metas de paz, justicia y dignidad”; al referirse al desplazamiento forzado lo caracterizaron no sólo como una de las grandes tragedias que vive el país, sino como “un pecado de seres humanos contra su prójimo”. [4]

Pero vayamos  a una hipótesis más concreta que postula que,  examinado el carácter de los nexos sociales  en que se fue  enhebrando y tomando forma   la  sociedad  colombiana- más individualistas, egotistas, corporativos  e insolidarios que colectivos, integrativos, cohesionadores  y solidarios- las religiones en Colombia han sido  poco lo que han contribuido a la institución de un  social inspirado en esta segunda dirección. Para darle algunos soportes empíricos a esta hipótesis recojamos solo un muy  pequeño retazo de la historia de  las  crueldades que ha habido en Colombia. En la época de la violencia entre partidos, se llegó a una dimensión de su ejercicio, que podemos medio  dibujar así, “…centenares de asesinatos con hileras de decapitados en los caminos, degollados con el famoso corte de franela o de corbata – así llamado, ilustramos nosotros, porque al cortarles el cuello les sacaban la lengua simulando una corbata- , incluso llegando a despellejar a sus víctimas y extender su piel como piel de ganado, mujeres embarazadas con el estómago  llenos de piedras mientras los fetos  colgaban de los árboles, y así durante una década con el listado diario de muertos, fincas incendiadas, ganado robado, asaltos de caminos y caseríos incendiados…” [5]

Rememoremos también  la época del simbólico machete, la de un machete de doble filo, ‘por un lado conservador y por el otro liberal, pero un solo y único cortador de cabezas’… Puestos en línea, con los cuellos sin cabeza tocando los cuellos sin cabeza del vecino, esa apocalíptica mortandad colectiva habría cubierto la ruta entre dos ciudades ubicadas a 450 kilómetros de distancia.  Entonces, LA SOCIEDAD SE QUEDÓ CALLADA. ‘Para qué son rojos”, dijeron en 1950 unos, ‘para qué son azules”, replicaron los contrarios.” Y  en la época del 90   los genocidios fueron pan de cada día. En Colombia todos los actores armados han masacrado civiles, pero para esas calendas  los guerreristas los volvieron una práctica sistemática con lo que convirtieron a más de cien municipios del país  en campos de terror, de perversidad y de sevicia   y no durante unas horas o minutos sino durante días enteros. Aparecieron, entonces, prácticas desconocidas en nuestro medio como la desmembración de personas con motosierras.  Según Camilo Echandía  entre 1999  y el 2001 en Colombia hubo 3.750 masacres. [6] Notorio, innovador en sus formas de crueldad y sanguinolento y fiestero  fue, por ejemplo, el genocidio cometido en el Salado  donde durante dos días a sol y luna, el 26 y 27 de febrero  del 2000, cuando de modo selectivo y dosificado y progresivamente cruel, asesinaron a 60 personas, una por una, al son de tamboras, altisonante música pública, botellas de aguardiente y orgías sexuales

Paremos aquí este retazo de la vida nacional para recordar que casi todos los artífices de esos crímenes monstruosos se echaban la bendición antes de asumirlos  o besaban el escapulario  de la Virgen del Carmen colgada a sus pechos.

Muy dignos y respetados Dioses,  no han sido Ustedes  los que han fracasado, pero son muchas las indicaciones empíricas que evidencian que  en  esta sociedad colombiana  la ley del amor al prójimo como cristalización cotidiana  de la solidaridad humana   no ha logrado romper y esenciar y mojar el sabroso y cálido y raizal  ritual de las prácticas religiosas de sus creyentes como se autodefinen   casi  todos los colombianos. Por eso en esta coyuntura histórica decisiva, un alto porcentaje de los católicos colombianos como que no han alcanzado  escuchar la franciscana y muy  refrescante  voz  del Papa Francisco en la Misa que celebró en La Plaza de la Revolución en La Habana en septiembre del 2015. 


"Me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida tierra de Colombia. Consciente de la importancia del momento presente, en el que con esfuerzo renovado, y movido por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz. Que la sangre vertida por miles de inocentes, durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del señor Jesucristo en la cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso aquí en esta bella isla, para una definitiva reconciliación. Y así a esa larga noche de dolor y violencia, con la voluntad de todos los colombianos, se pueda transformar en un día sin ocaso, de concordia, justicia, fraternidad y amor en el respeto de la institucionalidad, del derecho nacional e internacional, para que la paz sea duradera. Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación. Gracias a usted señor Presidente (Raúl Castro) por todo lo que hace en este trabajo de reconciliación".[7]